miércoles, 26 de mayo de 2010

¿Otros entretelones del aumento de salarios de los diputados(as)?

Felipe Alpízar R.

La discusión sobre el aumento en el salario de los diputados(as) y su aprobación el pasado lunes 24 de mayo ha provocado una oleada de indignación. Numerosos artículos de opinión en la prensa nacional, comentarios en las redes sociales e insultos callejeros dan cuenta del malestar ciudadano en contra de los(as) legisladores y la propia Asamblea Legislativa. ¿Pero será esto realmente un acto de torpeza, una tontería, una muestra de pésima estrategia política?

Una premisa básica de la sociología política práctica dice que uno no puede suponer que los demás son más tontos que uno mismo. Es decir, que si cualquiera de nosotros se da cuenta de que el gobierno y sus aliados están cometiendo un tremendo error de cálculo político es evidente que ellos también lo saben. Entonces, ¿por qué siguen adelante con el aumento? La primera explicación posible tiene que ver con el característico autismo de nuestra clase política, esa condición patológica de desconexión con la realidad de la que sufren muchos miembros de los partidos políticos tradicionales. Si a esto se le añade la soberbia como rasgo fundamental del liderazgo ejercido los últimos cuatro años, uno podría pensar en estos dos elementos como una explicación posible: no se dan cuenta y si lo hacen no les importa.

Pero aún cuando esto sea cierto, este acto tendrá otras consecuencias, varias de ellas premeditadas. Y seguramente los estrategas del Partido Liberación Nacional y los grupos económicos adyacentes saben muy bien cuáles podrían ser esos efectos. Si algo ha caracterizado a los grupos dominantes es su capacidad de análisis y sus habilidades como estrategas políticos agudos.

Por un lado es evidente que estos hechos desprestigian a los legisladores que han apoyado el aumento, pero también deslegitiman a la Asamblea Legislativa en su conjunto. Esto viene pasando desde hace mucho tiempo, de hecho forma parte de una tendencia global que intenta desprestigiar todos aquellos espacios donde se ejerce la política dentro de reglas relativamente democráticas. ¿Adónde está la oposición al gobierno? ¿Cuál poder se supone que hace contrapeso al Ejecutivo? ¿Adónde se sientan los representantes electos que son críticos con el gobierno y los grupos económicos? Todas esas preguntas, como ya sabe el lector, se responden fácilmente: en la Asamblea Legislativa. De esa manera parece bastante evidente que desprestigiar al Congreso en su conjunto, aunque eso suponga el suicidio político de sus propios legisladores, es una maniobra bastante sensata desde el punto de vista de la clase dominante, es decir el PLN, PML el PUSC y los grupos económicos ligados a la economía internacional. En resumen, la práctica del serrucho, de safarle la tabla y desprestigiar a la Asamblea Legislativa favorece al Poder Ejecutivo y a los poderes económicos (el poder de facto detrás del trono) del país.

Por supuesto que alguien podría responder que el gobierno también necesita al Congreso y que no le sirve una Asamblea Legislativa desprestigiada. Eso puede ser cierto. ¿Pero cuáles leyes que interesan al Gobierno y a la clase dominante aún faltan por ser aprobadas? Por ahora sólo se me ocurre el proyecto de ley para abrir el mercado eléctrico, pues casi todas las demás ya fueron aprobadas en el marco del CAFTA. Pero de todas formas un Congreso desprestigiado pero con mayoría –como el actual- puede aprobar estas leyes. El otro tema supuestamente en la agenda es la reforma fiscal, pero uno pensaría que este asunto tampoco interesa al gobierno ni a los grupos económicos dominantes que dada la estructura tributaria del país pagan pocos impuestos. Como el ejercicio del poder también implica evitar que ciertos temas se discutan o se ejecuten ciertas reformas, parece lógico pensar que en este momento existen fuertes presiones para evitar una reforma fiscal progresiva. De nuevo, se podría suponer que el aumento de los salarios de los diputados(as) le resta legitimidad a la Asamblea Legislativa y debilita las intenciones de realizar la reforma fiscal, pues parece poco probable que el ciudadano común les crea cuando nos digan que hacen faltan sacrificios o que no hay dinero en las arcas del Estado.

Que la política es como un gran teatro, que algunos actores representan ciertos papeles y que existe una especie de guión con una intencionalidad, lo sospechamos desde hace tiempo. Ahora le tocó al Ex Ministro de Hacienda y actual diputado Guillermo Zúñiga el papel del diputado honesto y consciente y a Viviana Martín, jefa de fracción, le tocó ser la mala de la película. Luego, si Laura Chinchilla veta la ley para aumentar el salario de los diputados, será ella la heroína de esta trama. El daño a la Asamblea Legislativa estará hecho y la popularidad de la Presidenta quedará resguardada. Seguiremos sin contrapeso a los poderes fácticos y seguiremos sin reforma fiscal. Pero que siga el teatro, el show debe continuar.

San José, 26 de mayo de 2010.

viernes, 14 de mayo de 2010

El viaje milenario

Para todos los guecos

…Hombres de todo mar y toda tierra. Fértiles vientres de mujer, y cuerpos y más cuerpos, fundiéndose incesantes en otro cuerpo nuevo. Solsticios y equinoccios alumbraron con su cambiante luz, su variocielo, el viaje milenario de mi carne trepando por los siglos y los huesos…
Ángel González

La primera vez que los ví, sólo atiné a mover mi cuello siguiendo el ritmo de sus cuerpos sobre la arena. Me avergonzé del color de mis escamas al ver sus cuerpos torneados por los tambores africanos y los soles amazónicos. Entonces decidí seguirlos adonde fueran, en sus caminatas por la selva húmeda aprendí a colgarme de sus aromas y perdí el miedo a los abismos. Aprendí a columpiarme por mecates deshilachados y llenos de corales, sentí las humedades de las lluvias caribeñas hasta que el musgo empañó mis ventosas.

Así llegué hasta tus costas, donde los vi morir entre soampos, sancudos, cadenas, malaria, corredores de madera y árboles de ilan-ilan. De ellos aprendí también el arte de besar. El movimiento de mi cuello fue acompañado por el tuc tuc de mis labios llamándote.

Me ví sólo, deambulé buscando otros como ellos, mi piel se descoloró conforme subí montañas y el frío me hizo aún más pequeño. Los niños me perseguían intrigados por mi transparencia y mi extraña habilidad. Unos trataron de imitar mi llamado y se perdieron detrás de los labios de alguna niña. Otros me arrancaron la cola con crueldad, sólo para ver como se retorcía en la tierra saltando como si tuviera vida propia. Pero mi cuerpo siempre ha tenido la terquedad de renacer, la avidez de los besos.

Una niña me llevó a su casa y me mostró a los demás como “la lagartija que regala besos”. Hubo quien la corrigió con oficio científico y extrañas palabras en latín. Preferí susurrarle al oído que me gustaba como ella me nombraba, aunque en mis adentros sólo existía un nombre, el que estaba tatuado en la espalda de esos dos cuerpos africanos que me enseñaron el oficio milenario de besar.

Hace mucho que la niña también se fue. Y ahora estoy acá, buscando de nuevo tu nombre, viendóte de lejos. Y sólo cuando la noche te arropa y cubre tus hombros y una extraña luz sale de tus labios y una llama se te prende con olor a risas y piel, sólo entonces me animo a volver a mover mi cuello y lanzarte mis besos, sólo para escuchar tu voz cuando dice: “mirá que lindo ese geco, parece que estuviera regalando besos.”

felo